El Gobierno de China pondrá en marcha en las próximas semanas un nuevo plan de incentivos a la compra de vehículos nuevos y de achatarramiento de automóviles viejos, destinado a los habitantes de zonas rurales, con el fin de hacer frente a la desaceleración del mercado automovilístico chino e igualar la densidad y antigüedad del parque por regiones.

No es la primera vez que el Gobierno de Pekín ha utilizado estos incentivos anteriormente. En 2009 puso en marcha un paquete de estímulos con incentivos fiscales para coches con motores de cilindrada inferior a 1,6 litros para los residentes de zonas rurales. La iniciativa permitió a China situarse, con 10,7 millones de vehículos registrados, como primer mercado automovilístico mundial, desbancando de esta posición a Estados Unidos.

Aquel plan de incentivos expiró en 2011, lo que contribuyó a la desaceleración de las ventas de coches. Aunque no fue la única causa, puesto que el Gobierno decidió luchar contra los atascos que se producen en las grandes ciudades y en particular en Pekín, limitando la venta de automóviles a sus pobladores. Al final del año 2011, las ventas de automóviles en el mercado chino habían subido una vez más, pero sólo el 2,5%, el porcentaje más bajo desde 1999.

La señal de alarma se ha disparado tras el cierre del primer trimestre del año, en que las matriculaciones cayeron un 1,3%, marcando en términos relativos el peor resultado desde 1998. Los analistas chinos habían calculado que, pese a todo, el mercado chino crecerá este año entre un 5% y un 10%, frente al 2,5% contabilizado en 2011, enormemente lejano del porcentaje de crecimiento del 33,2% registrado en 2010. Se desconoce el coste total del plan de achatarramiento que va a introducir el Gobierno. En 2009, fue de 7.800 millones de dólares y reportó un crecimiento del 37% hasta esos 10,7 millones de coches vendidos. Se espera que el nuevo plan permita incrementar el volumen hasta más de los 14 millones.

El convencimiento de que el nuevo plan de incentivos debe funcionar lo demuestra el que hayan subido las ventas de coches usados. Durante el año pasado, las operaciones de compra y venta de automóviles de segunda mano se incrementaron un 12% respecto al anterior y en lo que va de año han subido un 28%. Un incentivo fiscal haría que muchas de estas transacciones se convirtieran en adquisición de coches nuevos.

Para el Gobierno chino, la operación se autofinancia con el aumento de los ingresos fiscales, sin contar con el aumento de ocupación en las fábricas y con que genera riqueza en toda la cadena.

El plan de incentivos tendría influencia fuera de China, donde cierto porcentaje de coches son importados, como los Seat Ibiza y León. Si estos coches cumplieran con las normas para optar a los descuentos, podrían incrementar sus ventas. Por otra parte, los fabricantes chinos, mientras tengan un mercado fuerte, abandonarán los proyectos de exportar