El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, parece tener prácticamente definidas las subidas de impuestas que permitirán, en opinión del Gobierno, equilibrar las cuentas del Estado del próximo año determinadas por las exigencias de Bruselas en torno al déficit público.

A priori, el IRPF no se va a tocar. El IVA tampoco, aunque si no se logran cuadrar los números es posible que los tipos mínimos de algunos productos y servicios como alimentos, transportes u hostelería, aumentarán.

Habrá que confiar en el resultado positivo de las cuentas del gobierno de Rajoy para que cumplan su palabra y no eleven los “impuestos más importantes”; sin embargo, todos los demás van a ser revisados. Según han explicado, son más partidarios de pequeños incrementos repartidos en diferentes figuras fiscales, que no concentrar un fuerte aumento en uno sólo.

De esta forma, uno de los impuestos que suenan en todas las quinielas es el de Sociedades. Ciudadanos y PP ya pactaron en la investidura de Rajoy su reforma en profundidad para recaudar más sin subir los tipos nominales. Por el momento, las retenciones a cuenta han experimentado un fuerte crecimiento. ¿Y cómo es posible recaudar más? Eliminando deducciones.

La próxima medida, será elevar los impuestos indirectos, y en concreto los que gravan a los hidrocarburos. Esta decisión sí afectará al bolsillo de los ciudadanos, pero el Gobierno confía en un menor impacto si se mantienen los actuales precios del petróleo en origen.

Otra partida tributaria a revisión es la relacionada con el medio ambiente. La recaudación ha descendido casi un 2% de 2013 a 2014, por lo que el Ministerio de Hacienda encuentra aquí margen de maniobra. La fiscalidad medioambiental está integrada por impuestos sobre la energía, el transporte y la contaminación y los recursos.

El Gobierno también estudia instaurar la conocida como “euroviñeta” que grava los transportes por carretera de grandes mercancías. Se trata de un impuesto implantado en casi toda Europa desde hace tiempo y que en España, ni PSOE ni PP se han atrevido a plantear nunca. Ahora sale a la palestra mientras que la patronal sectorial avisa del impacto negativo que conllevaría a la actividad.

Otra tasa que parecía que nunca iba a llegar a España tras llevar años en Europa y que va a hacer su aparición en breve, es la que grava las bebidas azucaradas. La propia Organización Mundial de la Salud lo exige y recomienda que los impuestos sobre las bebidas azucaradas se aumenten al menos un 20% con el objetivo de reducir su consumo y, por tanto, disminuir el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y caries dental. Además, los impuestos sobre el alcohol y el tabaco son también candidatos permanentes a subidas cuando hace falta recaudar.

Por último, existe la intención de recuperar y coordinar los impuestos de sucesiones y patrimonio; a pesar de que sean competencia de las comunidades autónomas. Lo que se pretende es equilibrar todas las regiones para que la recaudación sea más eficaz.

Con estos ajustes fiscales el Gobierno de Rajoy busca convencer a Bruselas de que España va por buen camino, pero antes deberá convencer a los distintos grupos parlamentarios.