Cada vez existen más razones que están haciendo dudar a los conductores españoles decantarse por ellos. La práctica equiparación en el precio del carburante entre el gasóleo y la gasolina ya ha producido un frenazo en las matriculaciones en 2011, por primera vez en 20 años, según se desprende de un estudio elaborado por Arval, la compañía de renting del grupo BNP Paribas.

Aunque todavía representan el 70% de las ventas frente al 30% de los coches de gasolina, el declive de los diésel ya ha comenzado. Esto es lo que asegura Gerardo Cabañas, director general de la plataforma online de vehículos de ocasión AutoScout24, que vaticina un horizonte no superior a cinco años para que España se acerque a las preferencias de otros países europeos, como Alemania u Holanda, donde los de gasóleo apenas suponen el 30% de las ventas. En Europa, solo Francia y Bélgica han vivido un boom parecido al español.

Pero el precio del carburante no es el único elemento disuasorio. El valor de compra, más elevado que el de los coches de gasolina, así como el coste de su mantenimiento y la prima del seguro, también más alta, son algunos de los capítulos que lo ponen en tela de juicio.

La gran ventaja del ahorro para largos kilometrajes que impulsó la compra de coches diésel en los años noventa (donde se presupuestó hasta el 40% por kilómetro recorrido) parece haberse diluido, a juicio de Alejandro Madrigal, director del Observatorio del Vehículo de Empresa (CVO) de Arval, también a causa de la caída del rodaje medio de los vehículos, que actualmente ronda los 10.000 kilómetros al año por la crisis. La percepción generalizada de que los vehículos de gasóleo compensan su mayor precio debido al menor consumo y gasto en combustible, según explica Cabañas, es tan solo "una verdad a medias", ya que para amortizar la diferencia de precio es necesario realizar más de 15.000 km anuales durante al menos 10 años y esto no es la norma y menos ahora.

El capítulo medioambiental también invita a la reflexión porque si bien es cierto que son más eficientes (consumen entre un 10% y un 20% menos que los motores de gasolina), su comportamiento con el medio ambiente está entredicho. "Nos han hecho creer que los diésel eran más ecológicos que los de gasolina y son los que más contaminan", aclara Cabañas. Pese a que en los últimos tres años se han incorporado al mercado modelos con una alta insonorización, con bajas emisiones y menor consumo, como explican en Faconauto, las famosas boinas negras que cubren las grandes ciudades, en su inmensa mayoría están formadas por partículas y óxido de nitrógeno, vomitadas principalmente por los diésel, según asevera Cabañas.

Asimismo, los rumores sobre un posible incremento en el gravamen fiscal de los vehículos más contaminantes, con una subida del impuesto de circulación para los menos respetuosos con el medio ambiente, barajada por algunos ayuntamientos, así como la factible prohibición de que entren en el centro de las ciudades, son amenazas latentes que tampoco ayudan.

El precio de los seguros es otro de los escollos que están ayudando a cambiar los hábitos de consumo de los españoles. Según explican en Mapfre, las pólizas son un 7% más caras porque las reparaciones son más costosas. Para colmo, la factura del mantenimiento también es más elevada. Además del precio de la compra, que puede llegar a ser hasta 3.000 euros más alto que su homólogo de gasolina, en la compañía de valoración de siniestros Audatex han comprobado que, a la larga, el mantenimiento es más caro porque los recambios son más costosos. A esto hay que añadirle que la mayoría de estos motores son turbodiésel y el turbo es un elemento delicado que suele cambiarse a partir de los 100.000 km, según Cabañas.