En 2020 los barcos tendrán que reducir un 86% las emisiones de azufre lo que permitirá a la petrolera rentabilizar las inversiones en refino

Santiago Carcar/lainformacion.com
En los negocios complejos se dan paradojas. Algo que parece contrario a la lógica. Puede suceder, por ejemplo, que un endurecimiento de las normas medioambientales para reducir la contaminación por quemar combustible beneficie a una petrolera. Le va a pasar a Repsol. A partir del 1 de enero de 2020, la flota mercante estará obligada a recortar las emisiones de azufre de los buques en un 86%. El contenido de azufre del fueloil pasará de 3,5% al 0,5% máximo. Quien disponga del destilado menos contaminante venderá más y a mejor precio. Goldman Sachs, Mediobanca e Intermoney, entre otras firmas de análisis, han destacado que Repsol se beneficiará en el proceso.
Para la petrolera que preside Antonio Brufau, estar en línea con las nuevas exigencias medioambientales es importante. No solo por dinero, también por imagen. Porque aunque la compañía ha mejorado y ha reducido sus emisiones, sigue siendo una de las empresas más contaminantes. Según el Observatorio de la Sostenibilidad en 2017 ocupó el cuarto puesto en la lista de las 10 compañías más contaminantes del país. La lista la encabeza Endesa.
Si los analistas tienen razón, el endurecimiento de las normas medioambientales en el mar impuestas por la Organización Marítima Internacional (OMI) va a mejorar los resultados del negocio de refino de Repsol de forma notable. La inversión realizada por la petrolera en Cartagena y en Petronor entre 2007 y 2011, en torno a 4.000 millones de euros, permitirá producir destilados del petróleo más finos para los buques.
El incremento en los márgenes de refino puede llegar a dos dólares por barril según los analistas de Intermoney, hasta los 8,4 dólares por barril. Repsol tiene una capacidad de refino de hasta un millón de barriles al día, con lo que el incremento de márgenes anual puede superar los 700 millones anuales.
Hay mucho dinero en juego. Por los mares del mundo -datos de la Conferencia Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo-navegan más de 90.000 buques, con más de 20 años de antigüedad. En el supuesto máximo (ver gráfico), y según datos de Goldman Sachs, si todos los buques cumplieran con el recorte de emisiones de azufre, se produciría una transferencia de hasta 240.000 millones de dólares desde los consumidores a las refinerías de todo el mundo.
Lógicamente, no todos los buques podrán instalar depuradoras para seguir consumiendo fueloil pesado y contaminante. Muchos tendrán que recurrir a mezclar gasoil de bajo contenido en azufre con fueloil. Les saldrá más caro y elevará la demanda de producto más refinado. Ahí espera Repsol. Goldman Sachs lo concreta en uno de sus informes: la mayor parte del fuel que produce Repsol está por debajo de 20 en la graduación de densidad API (fuel pesado). Sólo produce fuelóleo pesado en Tarragona.
Riesgo para la salud
El fueloil pesado es el principal tipo de hidrocarburo que usan los buques. Produce óxidos de azufre (SOx) que son muy perjudiciales para la salud. La OMI ya impuso reglas para reducir las emisiones en el año 2005. Ahora se endurecen. Las razones: un estudio sobre los efectos en la salud humana de las emisiones de óxidos de azufre procedentes de los buques, presentado al Comité de protección del medio marino (MEPC)en 2016 por Finlandia, estimó que de no reducir los límites de óxidos de azufre procedentes de los buques en 2020, la contaminación atmosférica de los buques contribuiría a más de 570.000 muertes prematuras en todo el mundo en el periodo de 2020 a 2025.
Hasta ahora, sólo hay límites estrictos a las emisiones (0,10% de azufre máximo) en las llamadas zonas de control de emisiones que designa la OMI: la zona del mar Báltico, la zona del mar del Norte, la zona de Norteamérica (que abarca zonas costeras designadas en Estados Unidos y Canadá) y las zonas del mar Caribe de los Estados Unidos (alrededor de Puerto Rico y de las Islas Vírgenes de los Estados Unidos).
El plan estratégico de Repsol presentado la pasada semana prevé en el periodo 2018-2020 unas inversiones de 15.000 millones. De ellos, un 53% se destinarán al área de upstream (producción y exploración) y un 45% al dowmstream (refino, química, comercialización trading, GLP y Gas & Power) y negocios de bajas emisiones de CO2.