Hace una década las estaciones de servicio eran espacios con surtidores que, con suerte, tenían un austero mostrador donde comprar cuatro cosas de consumo ultrarápido o caprichoso:prensa, tabaco, bebidas frías, chicles, caramelos o chocolatinas. Hoy encontramos también fruta, yogures y hasta pienso para mascotas. En la gasolinera ya no paramos sólo para echar combustible. A veces, también repostamos otras cosas:pan, la cena de ese día o comida para el perro. En apenas unos años el negocio del gran consumo se ha desarrollado de manera importante en estos espacios, tanto en los urbanos como en los de carretera.

Algo más que combustible

«La incorporación (o ampliación) de la tienda a los espacios de repostaje tiene todo el sentido», pues «añade unas ventas casi sin costes adicionales: El mismo señor que te cobra la gasolina te vende los productos», explica Latre, que matiza que en algunas estaciones de servicio «estas ventas en tienda incluso son más relevantes en términos de margen que las de combustible».

Según datos de la consultora Kantar Worldpanel, ya hay un 48% de consumidores que compra alimentación en las gasolineras, un punto más que en el año anterior (a datos de septiembre de 2017). Realizamos de media unos nueve actos de compra en estas superficies. Históricamente la tienda de la estación de servicio nació como un complemento a la venta de carburante. Tenían básicamente accesorios para coches. «Eran tiendas feas y sucias y vendían poco más que tabaco y prensa», recuerda Latre.

«Las gasolineras en España han sido un canal prioritario para determinados fabricantes como los de bebidas, especialmente para las energéticas, o de categorías de impulso, como chicles, chocolatinas, snacks», añade María José Lechuga, de la consultora Ipsos.

Alianzas
En este esquema, Carrefour tiene alianzas conCepsa para vender alimentación en sus estaciones de servicio y Repsol acaba de firmar un acuerdo con El Corte Inglés para llevar la marca Supercor Stop&Go a unas 3.500 estaciones de servicio de la energética. También Dia y BP tienen una colaboración similar. En España hay 11.200 estaciones de servicio «con una gran diversidad en cuanto al tamaño y la ubicación», matiza Latre, y esta heterogeneidad se traslada también a sus supermercados adheridos.Por eso, no venderá igual la que se ubica en el centro de la ciudad (vende más) que la que está en una carretera comarcal. «Hay una correlación entre la venta de combustible y la de la tienda», dice Latre.Las llamadas «superurbanas» (situadas en el centro de las ciudades y con acceso a pie fácil) son que las más se pueden asimilar a un supermercado, pues «la compra en tienda (y no el repostaje) es a veces el destino final».

Un texto de Raquel Villaécija para El Mundo que puedes encontrar íntegro en: http://www.elmundo.es/economia/ahorro-y-consumo/2018/01/15/5a57715122601...