Mucho esperamos de este año 2021 y la verdad es que no ha empezado dando muestras de ánimo precisamente.

La fuerte nevada que nos ha caído en Madrid ha sumido en un pequeño caos la Comunidad, cierto es que es la mayor nevada en muchísimos años y que algunas ciudades de la Comunidad, como Madrid y su entorno de influencia, Móstoles, Alcorcón, Rivas Vaciamadrid, Arganda, etc. no disponen de los medios adecuados para hacer frente a este tipo de inclemencias. Es normal, porque es una situación anómala que se produce cada mucho tiempo, al menos hasta ahora, pero en todo caso, los avisos de los organismos oficiales como la AEMET no dejaban mucha duda de que estábamos ante algo inusual y no habría estado mal que también se hubieran tomado, con algo de antelación, algunas medidas inusuales.

En nuestro caso avisamos de la importancia de que se limpiaran los accesos a las estaciones, porque son esenciales por el suministro en general y en carretera en especial, por el refugio que ofrecen. De la mejor manera posible se han limpiado los accesos para dar servicio a los ciudadanos, hemos esparcido toda la sal que hemos podido conseguir y hemos tirado de pala. La llamada a la solidaridad siempre está bien, y la ciudadanía responde sobradamente, como queda demostrado en cada ocasión, pero si las administraciones no tienen medios, podemos imaginarnos lo que cualquier madrileño tiene en su casa o en su empresa. Desde luego palas y sacos de sal no. La opción de los puntos de reparto de sal está muy bien, pero sólo para el que vive al lado del punto de reparto. Ya me dirá la autoridad competente como se hace para transportar a pie y por calles con nieve y hielo, unos cuantos kilos de sal durante un trayecto de más de 20 minutos de media.

Todo esto ha producido más inactividad aún a las empresas de nuestra Comunidad, pero se pasará rápidamente, no cabe duda. Lo que no parece que disminuya es el impacto del COVID 19. Se sabía que después de las navidades aumentarían los contagios debido a los mayores contactos sociales. Lo que no está claro es que sabiéndolo no se haya tratado de evitar. Es evidente, que la situación económica no es buena y que hay muchas empresas al límite de la supervivencia, pero da la impresión de que hasta que la situación sanitaria no mejore de una manera importante, no va a mejorar la situación económica. Generaremos pequeños impulsos que crearán esperanza, pero que rápidamente se vendrán abajo ante la llegada de una nueva ola, con el consiguiente desastre económico de nuevo.

La vacunación masiva de la población parece representar la mejor solución posible a un plazo razonable, pongamos pues todos los medios a nuestro alcance, sobre todo humanos y económicos, para conseguir que se realice en el menor tiempo posible.

No voy a entrar en cuestiones de competencia ni en quién tiene la culpa de que las cosas no se hagan de la manera más razonable posible, el rifirrafe ya lo montan otros, pero creo que sí es momento de pedir a nuestros gobernantes, a todos, que se pongan manos a la obra con el mejor espíritu posible de colaboración y que no escatimen en esfuerzos, económicos y de todo tipo. Lo que está en juego es nada menos que nuestra salud y nuestra economía. Recomiendo la lectura de un artículo de D. Antonio Garrigues Walker titulado “La Tenacidad” publicado el día 19 de enero en ABC.

Al margen de todo esto, la transición energética sigue en marcha, lo que no está claro es la velocidad de crucero.

El hidrógeno parece que toma posiciones y será, sin duda, la gran revolución energética, pasaremos de la economía actual a la economía del hidrógeno, con todo lo que ello representa. El problema es que todavía no se ha conseguido un equilibrio económico en el proceso de obtención del hidrógeno, presente de manera muy abundante, pero siempre acompañado. La utilización para la obtención del hidrógeno de los excedentes, sobre todo nocturnos, en las renovables y que hoy por hoy se están perdiendo por no poder almacenarlas, parece una solución inteligente y que puede generar un círculo virtuoso. No olvidemos, que lo más importante es no desperdiciar los recursos que ya generamos. Actualmente parece más viable la utilización de hidrógeno verde para la industria y el transporte marítimo o ferroviario, o incluso el aéreo, que para los automóviles. Un problema importante para su desarrollo es la falta de instalaciones de repostaje, pero ya me dirán quien invierte más de un millón de euros para dar suministro a unos vehículos hoy en día inexistentes.

Por lo tanto, la única recomendación posible para este nuevo año es antigua. Trabajo, esfuerzo y una pizca de suerte para que por lo menos no aparezcan nuevos inconvenientes.

Volviendo a citar al Sr. Garrigues, somos un gran país con un gran potencial. Procuremos no dinamitarlo.

Un artículo de Víctor García Nebreda, secretario general de Aeescam