El Gobierno alemán está convencido que los motores del futuro serán eléctricos, pero no descarta que la tecnología de pila de hidrógeno puede ser una alternativa interesante a la tecnología eléctrica. Por ello, dentro de los 130.000 millones de euros que invertirá para relanzar la economía, reservará 40.000 a temas medioambientales y, de estos, 9.000 para la tecnología del hidrógeno.

Mientras China controla la fabricación de las baterías por el momento, en Alemania se han propuesto liderar la producción de hidrógeno a base de aplicar electrolisis al agua en lugar de extraerlo del gas natural porque en este último caso hay notables emisiones de CO2.

Puede parecer a priori un contrasentido gastar cantidades ingentes de electricidad para obtener hidrógeno, transportarlo a las ‘hidrogeneras’ -a no ser que se hagan pequeñas hidrogeneras autosuficientes- y todo para volver a obtener electricidad y vapor de agua.

Pero el hidrógeno presenta unas ventajas interesantes. El problema real es cómo almacenar y transportar la energía. Los primeros automóviles fueron mayoritariamente eléctricos, porque la electricidad estaba extendida, los motores eran fiables y las necesidades de autonomía limitadas, mientras que había pocos lugares donde se vendía gasolina los motores de explosión no eran muy fiables. Pero cuando estos ganaron fiabilidad y se extendieron las gasolineras, se dieron cuenta de la autonomía y la facilidad de repostar energía de los coches de gasolina, y acabó imponiéndose.

Alemania piensa en el hidrógeno en óptica 2040-2050. Distintos fabricantes sostienen que será más importante para los vehículos industriales que para los particulares, pero otros insinúan que podría ser al revés.

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