Los accionistas de Royal Dutch Shell y de BG Group votarán la semana que viene la integración de las dos compañías, confiando en que el año 2015 haya supuesto el suelo para los beneficios del sector energético.

La brusca caída de los precios del petróleo hizo que el resultado neto de ambos grupos bajara a la mitad el pasado ejercicio, según los datos preliminares anunciados ayer por sus respectivos consejeros delegados.

Shell, excluyendo partidas extraordinarias, registró un beneficio neto de unos 10.500 millones de dólares (9.630 millones de euros) en 2015, lo que supone un descenso del 53%. Si se incluyen las provisiones por el descenso de valor de algunos de sus activos (principalmente pozos que dejan de ser rentables con un crudo a 30 dólares por barril), el resultado desciende a los 3.000 millones de dólares.

BG Group, por su parte, sufrió una caída del 43% en su beneficio neto del año pasado, hasta los 2.300 millones de dólares. Esta cantidad ya incluye unas provisiones de 700 millones de dólares por el ajuste de valor de yacimientos en el Mar del Norte y Túnez.

AUSTERIDAD
Si se completa la fusión, los ejecutivos de Shell van a aplicar diversas medidas de austeridad para mejorar beneficios y poder entregar a los accionistas unos dividendos de 15.000 millones de dólares en 2016.

El número de empleados del nuevo grupo bajará en 10.000 personas, y las inversiones en 2016 ascenderán a 33.000 millones de dólares, un 45% menos. Además, la nueva Shell-BG prevé vender activos por 30.000 millones de dólares hasta 2018.