El número de vehículos que se mueven con combustibles alternativos a los fósiles no ha dejado de crecer en los últimos años en España. Es una tendencia que trasciende al mercado de los compradores particulares: también ha llegado con fuerza al transporte público. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, prácticamente el 55% de los 2.107 autobuses que operan en la actualidad las líneas interurbanas que gestiona el Consorcio Regional de Transportes (CRTM) son híbridos (817), eléctricos (110), se mueven con gas (224) o funcionan con hidrógeno (3), cuando hace cinco años ese porcentaje no llegaba a un tercio.

La apuesta de las empresas concesionarias de las líneas urbanas e interurbanas que vertebran la región por ir renovando sus flotas con este tipo de vehículos ha ido creciendo año tras año y es un proceso que cada vez se acelera más. La EMT, el servicio de buses de la capital, alcanzó el pasado marzo la cifra de 40 líneas completamente operadas con autobuses cero emisiones contando con 432 autobuses eléctricos en su flota y esperando alcanzar la cifra de 463 unidades a finales de 2025.

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