Sin duda alguna, Europa se ha convertido en el epicentro mundial de la lucha por la movilidad eléctrica. El Viejo Continente está asediado ante la llegada de nuevos fabricantes y modelos a la región. Coches eléctricos procedentes de China, en su mayor parte, que plantean un serio problema para los intereses generales de la industria. Sin embargo, Bruselas parece más preocupada por la situación que los propios fabricantes que, según Europa, están amenazados. El CEO de Mercedes, Ola Kallenius, ha dejado bien clara su postura al respecto. Se necesita libertad comercial, no nuevas barreras comerciales.

Al inicio de la pasada temporada estival, el Parlamento Europeo aprobó la aplicación de nuevos aranceles portuarios a la importación de vehículos eléctricos procedentes de China. Una medida que no afecta por igual a todas las marcas, pero que en el peor de los casos supone un pago de importación de hasta el 45% del valor del vehículo. A pesar del sablazo al que se enfrentan las marcas asiáticas, estas parecen, al menos de momento, inmutables. Las tarifas no han cambiado y no lo van a hacer a corto plazo. Sin embargo, si miramos desde el punto de vista chino, la situación sí puede comprometer a los fabricantes europeos.

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