España intenta recuperar la normalidad tras el masivo apagón que ayer sumió en la oscuridad a millones de ciudadanos y paralizó buena parte de la actividad económica. La interrupción del suministro eléctrico, cuya causa aún se investiga aunque se apunta a un fenómeno atmosférico inusual y a una drástica caída en la generación, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas y ha generado pérdidas significativas en diversos sectores. Sin embargo, las fábricas de automóviles, puntales de la industria española, informan de una progresiva recuperación de su ritmo productivo.

La jornada de ayer fue caótica. Desde primera hora de la tarde, el corte de luz se extendió por gran parte del territorio peninsular, afectando a hogares, comercios, servicios públicos y, de manera muy destacada, a la industria. El transporte se vio seriamente comprometido, con trenes detenidos y problemas en aeropuertos y el tráfico rodado debido a la falta de semáforos operativos. La actividad bancaria y las telecomunicaciones también sufrieron las consecuencias del “apagón ibérico”, que alcanzó también a Portugal y brevemente a zonas de Francia.

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