Mientras España sigue subvencionando a las petroleras con una rebaja al combustible que no ha cumplido las expectativas, Francia emprende el camino de retirada. París hará caso el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos internacionales que llevan meses pidiendo acabar con las ayudas indiscriminadas para combatir los elevados precios de la energía y centrarse en los sectores más afectados. La medida no será automática, pero mete presión al Gobierno español, que hasta ahora se ha negado a rectificar.

Francia instaurará a partir de octubre una ayuda selectiva para los que utilizan el coche para trabajar que sustituirá la subvención al precio del carburante, que de los 18 céntimos por litro actuales se reducirá progresivamente hasta anularse a finales de año. Como viene publicando este periódico, el mecanismo francés estaba resultando más efectivo que el español, donde las gasolineras se quedan con entre cuatro y ocho décimos de la ayuda, según un estudio del 'think tank' económico de Esade. Sin embargo, el ajuste fiscal, que Madrid ignora pero tendrá que llegar más pronto que tarde, no dejaba otra opción al Elíseo.

El ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, justificó este viernes ese nuevo dispositivo "más selectivo" que va a "apoyar al que trabaja" porque "nuestras finanzas públicas no nos permiten" mantener la subvención indiscriminada al precio del carburante. En una entrevista a la emisora Europe 1, Le Maire señaló que la rebaja del precio de los combustibles le cuesta 800 millones de euros mensuales a las arcas públicas, mientras que la futura ayuda selectiva para quienes necesitan el vehículo para trabajar supondrá unos 2.000 millones para todo el año.

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