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12 de Abril de 2020 | Categoría: EESS
El coronavirus también está teniendo impacto en las gasolineras. Aunque el 98,5% continúan abiertas, su volumen de negocio se ha desplomado. Por este motivo, el Real Decreto-ley 11/2020, de 31 de marzo, por el que se adoptan medidas urgentes complementarias en el ámbito social y económico para hacer frente al Covid-19, ha ampliado hasta el 30 de junio de 2020 el período durante el cual se permitirá la comercialización de gasolinas cuya presión de vapor y destilado presenten unos límites comprendidos entre el límite mínimo de verano y el límite máximo de invierno.
Se trata de prorrogar el uso de lo que se conoce como «gasolina de invierno», que en condiciones normales se deja de despachar a partir del 1 de mayo. La medida busca ahorrar a los consumidores y operadores petrolíferos cerca de 200 millones de euros, según la memoria de impacto económico, a la que ha tenido acceso EP. Pretende dar salida al stock de carburante acumulado debido al fuerte descenso en la movilidad, fruto de la limitación de movimientos para frenar el coronavirus, que se ha traducido en un retroceso del tráfico superior al 80%.
El Real Decreto 61/2006, de 31 de enero establece las especificaciones de las gasolinas de automoción, algunas de las cuales, como la presión de vapor y el evaporado, cambian de la temporada de invierno a la de verano, que comienza el próximo 1 de mayo. Sin embargo, tanto la normativa europea como el citado real decreto prevén que, como consecuencia de la existencia de acontecimientos excepcionales, se puedan autorizar valores límite superiores de determinadas características de los carburantes. Ahora bien, ¿puede tener algún impacto en el vehículo?
En una nota (consúltala, en inglés), ACEA afirma que puede causar algunos problemas, en su mayoría leves, siempre que el uso no se mantenga también durante los meses de más calor (julio o agosto). Entre los problemas que lista la asociación, se menciona picos de calor o problemas para arrancar el motor. Además, se podría producir un incremento en las emisiones, y el sistema de control podría purgar con mayor frecuencia. De saturarse, el sistema de diagnóstico embarcado del vehículo podría detectar un fallo, iluminando la luz de fallo motor en el cuadro de instrumentación. Expertos consultados por ABC Motor descartan, no obstante, que pueda suponer daños graves al motor. «Por usar gasolina de invierno en verano no pasa nada», asegura un químico especializado en gasolinas. En todo caso, el problema sería al contrario, usando gasolina de verano en invierno, porque podría suceder que no habría vapor de gasolina suficiente como para iniciar la combustión.
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