El hidrógeno está recuperando la atención y creciendo rápidamente en Europa y en todo el mundo. El hidrógeno se puede utilizar como materia prima, combustible o portador de energía y almacenamiento, con muchas aplicaciones potenciales en la industria, el transporte, la energía y la construcción.

Lo más importante es que no emite dióxido de carbono y casi no contamina el aire cuando se usa. Como tal, proporciona una solución para la descarbonización de procesos industriales y sectores de la economía donde la reducción de carbono es urgente y difícil de lograr.

Todo esto hace que el hidrógeno sea esencial para respaldar el compromiso de la UE con la neutralidad de carbono para 2050 y los esfuerzos globales para implementar el Acuerdo de París, al mismo tiempo que se lucha por la contaminación cero.

Sin embargo, el hidrógeno representa actualmente solo una pequeña parte de la combinación energética mundial y de la UE y todavía se produce principalmente a partir de combustibles fósiles, en particular a partir de gas natural o carbón, que aportan entre 70 y 100 millones de toneladas de emisiones de CO2 por año en la UE.

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