Al norte de Escocia, allí donde los romanos decidieron no llegar, se forjó la historia de este enclave británico. Allí, entre mitos, leyendas y enormes monstruos lacustres se expanden las tierras altas de Escocia o Highland con más de 25.000 kilómetros cuadrados de verdes montañas y praderas que dan vida a una de las señas de identidad de esta región norteña: el whisky escocés. Una bebida que deja huella en el consumidor y en el medioambiente.

Con más de 500 años de vida, este uisge breatha (agua de la vida en gaélico) se hace de una forma particular y característica. «Los tres ingredientes naturales utilizados para elaborarlo provienen de algunas de las zonas más bellas de Escocia. Por eso, desde hace mucho tiempo estamos decididos a desempeñar nuestro papel en la preservación del medio ambiente natural», apunta la Scotch Whisky Association.

Puede leer la noticia completa en ABC