El futuro no está escrito, pero la pandemia ha modificado muchos hábitos y obligado a abrazar otros sin discusión. Es el caso del teletrabajo. Un año después de que la covid pusiese todo patas arriba, se ha producido un brutal punto de inflexión: hoy queremos desempeñar nuestras labores en remoto por convicción al menos una parte de la semana y esto supondrá una revolución en los mercados; en los métodos de trabajo; en las oficinas; en la forma de vida de los ciudadanos y en la manera en que las empresas se aproximan a ellos.

McKinsey estima que más del 20% de la fuerza laboral de los países desarrollados podrá seguir trabajando desde su casa entre tres y cinco días por semana incluso cuando el virus esté bajo control, casi el cuádruple que antes de la pandemia. En España el porcentaje es del 18%, si bien el Banco de España habla del 31%. Porque no todo el mundo puede ejercer su labor en remoto; es más, son una minoría de trabajadores (algo más de tres millones en España en el confinamiento duro, el punto álgido), fundamentalmente en servicios y tecnología.

El impulso que ha recibido el teletrabajo es de tal magnitud que ya ha generado tendencias nuevas, todas ellas bautizadas en inglés: nombres como workation (combinación de trabajo remoto y vacaciones) o room office (trabajar en hoteles) ya pululan entre nosotros. Otros están por llegar: cuando regrese la cotidianeidad y el trabajo híbrido —mitad en oficina, mitad en cualquier otro lugar— se haya hecho fuerte, una revolución del día a día impactará en cascada sobre mil y un sectores.

Menos transportes

El consumo de combustible en grandes ciudades discurre por un carril paralelo. “El descenso medio en el primer trimestre es de entre el 30% y el 40%, pero en las zonas de oficinas es mucho mayor”, explica Ignacio Rabadán, director general de la Confederación de Empresarios de Estaciones de Servicio. Parte tiene que ver con las restricciones a la movilidad. Pero, sobre todo, con el teletrabajo, que define como “un golpeteo constante” y la fracción “que va a ser la más difícil de recuperar”. “Una parte significativa de la caída tiene que ver con el empleo en remoto”, refrenda el secretario general de la patronal Aevecar, Víctor García, porque “el cliente que más consumía era el que movía el coche a diario para ir a la oficina”. Según Fintonic, el presupuesto destinado a transporte —colectivo e individual — ha bajado un 60% en un año.

Puedes leer el artículo completo de El País a través de ESTE ENLACE.