Fumata nera. De momento, Europa no acaba de provocar el humo bianco con el que debería anunciar el final de las ayudas a los carburantes fósiles, la piedra angular de cualquier política medioambiental que se precie. Sobre todo del territorio que se jacta de disponer de la hoja de ruta verde más ambiciosa del mundo y alardea de que será el continente que primero certificará, antes incluso de 2050, un sistema productivo de emisiones netas cero.

La UE, una vez más, puede incurrir en su recurrente narcisismo si no deja mirarse en el espejo y de ver la paja (en forma de niveles de polución) en el ojo ajeno (el resto de países del mundo), porque parece tener una viga enorme (uso masivo de petróleo, gas y carbón) en el suyo propio.

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