El mundo de la energía ha cambiado y lo ha hecho mucho durante 2020. Al igual que en el resto de sectores, la transformación del tejido empresarial energético se ha visto golpeado por los efectos de la pandemia, tanto en el lado de la oferta como en el de la demanda.

Aun con todo, la energía vuelve a cumplir su ciclo virtuoso. Ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma y, para cumplir este principio, la generación convencional ha virado 180 grados y se ha convertido en renovable. Sin duda este ha sido su año. En el conjunto del mismo, la generación renovable, compuesta por la hidráulica, hidroeólica, eólica, solar fotovoltaica, solar térmica y otras renovables, ha superado todos los récords. Las energías verdes han crecido notablemente, superando ampliamente los dos dígitos de crecimiento porcentual con respecto a 2019.

Son sin duda muy buenos datos, pero están aún a años luz del 42% de cobertura de la demanda final que establece el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que más que una hoja de ruta se está convirtiendo en la auténtica Biblia para entender cómo será la energía del futuro en España. La UE confía plenamente en el poder renovable europeo y, por esta razón, ha modificado el objetivo de recortar las emisiones de CO2 hasta el 55%, un dato que, según los analistas, obligará a replantear el Evangelio energético.

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