El sector energético se mueve, y a grandes pasos. En poco tiempo se han conocido movimientos como el de Repsol, que ha comprado parte de los activos de Viesgo de generación de electricidad y de distribución de gas y de electricidad. Gas Natural ha cambiado su nombre por Naturgy y ha incrementado su apuesta por las renovables. Total ha adquirido a Engie parte de su negocio de gas natural. BP se ha hecho con el control de Chargemaster, compañía de recarga de baterías, y Cepsa anunció en diciembre su incursión en las renovables.

¿A qué obedece este comportamiento? “Los últimos análisis de demanda energética a largo plazo realizados por BP desvelan que el consumo crecerá a un ritmo de un 1,3% anual hasta 2040. El desarrollo será muy dispar entre países. Así, por ejemplo, India y China absorberán un 52% de este aumento, mientras que en la UE descenderá un 0,5% al año debido al cambio de modelo económico, al uso más eficiente de la energía y a los planes de apoyo a la descarbonización de su economía”, explica Javier San Martín, profesor de EAE Business School.

Los cambios parece que van a ser más profundos en las próximas décadas. “Las energías fósiles, aunque crecerán, lo harán mucho menos; solo aumentará su peso el gas natural. Por el contrario, las renovables se desarrollarán con fuerza y en 2040 supondrán 10 puntos porcentuales más [hasta el 26%] en el demanda global de energía”, añade San Martín.

De acuerdo con datos de BP, en 2040 casi el 50% del consumo de energía será de electricidad, frente al 42% de 2016. Además, más del 30% de la generación procederá de las renovables para 2030. “Esta situación explica por sí misma el interés de las petroleras por diversificar su negocio hacia otros segmentos con mejores perspectivas de crecimiento y que asegura su futuro a largo plazo “, comenta Javier San Martín.

Megatendencias
Un informe reciente de PwC identifica las cinco “megatendencias” que están impactando en el sector. Se trata de los avances tecnológicos, el cambio climático y la limitación de recursos, las variaciones demográficas y sociales, el desplazamiento regional del poder económico mundial y la aceleración de la urbanización. Esto deriva, a su vez, en unos factores disruptivos, como son los cambios en el comportamiento del consumidor, el incremento de la competencia, la transformación en los modelos de producción y de los canales de distribución, y una nueva regulación.

“El reloj ya ha echado a andar; las compañías deben revisar sus estrategias a largo plazo y afrontar la posibilidad de que el petróleo pierda relevancia en las próximas décadas. Las buenas noticias para muchas de ellas es que el gas seguirá teniendo un papel importante”, explica Carlos Fernández Landa, experto de la consultora.

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