El Gobierno pretende llevar a rajatabla su máxima de que paguen más los que más ganan. Lo que pasa es que por el camino pueden llevarse por delante definitivamente a la clase media y a buena parte del colectivo de autónomos que, a partir de ahora, se pensarán muy mucho si deben trabajar más e ingresar más dinero al mes. La razón: los nuevos baremos de cotización por ingresos reales que entrarán en vigor a partir de 2023, si sale adelante la reforma impulsada por el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que se ha presentado esta semana a las principales asociaciones del sector.

El nuevo sistema divide a los autónomos en 13 tramos según sus rendimientos, con baremos que van desde los que ganen menos de 600 euros al mes hasta los que lo hacen por encima de lo 4.050 euros. A cada uno de los niveles se les imponen unas cuotas según sus ingresos, que van desde una aportación mínima de unos 183,60 euros mensuales para los de menos ingresos hasta casi 1.267 euros al mes para los ingresos máximos.

El Gobierno quiere poner en práctica una nueva recomendación del Pacto de Toledo, que habilita el desarrollo de este sistema de cuotas, que debe implantarse de forma progresiva hasta 2031. Por esta progresividad, el próximo año los autónomos que ganen menos de 600 euros deberían pagar 13 euros menos que en la actualidad -de 294 a 281,52 euros-, mientras que los que ganen entre 1.125 y 4.050 euros en adelante verán incrementada su aportación hasta 351 euros.

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