Luis sirve gasolina desde hace años. Acusa el cansancio tras tantos meses de pandemia. «No hay movimiento. Entre teletrabajos, ERTE, parados y que no se puede viajar... todo suma, pero al revés». Las gasolineras lo están pasando mal con la pandemia. El confinamiento les dejó abiertos pero sin clientes y las sucesivas desescaladas han traído un rosario de cierres perimetrales que han diezmado sus negocios; los situados en carreteras registran caídas de hasta el 80 por ciento, aseguran sus responsables.

Como a tantos otros sectores, las medidas tomadas para frenar los contagios les han afectado para mal. En su caso, con algunos agravantes. Como señala Víctor García Nebreda, secretario general de la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de la Comunidad de Madrid (AEESCAM) y la Agrupación Española de Vendedores al por menor de Carburantes y Combustibles (AEVECAR), "al principio nos encontramos con que no se podía salir de casa, pero como somos un servicio esencial las gasolineras tenían que seguir abiertas". El resultado lo resume "un cien por cien de aperturas y un cinco por ciento de clientes".

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