La fiscalidad asociada al automóvil es un pilar fundamental para las arcas públicas, que recaudan cada año miles de millones de euros en concepto de diferentes impuestos asociados al uso y propiedad de los vehículos matriculados en España. Sin embargo, el cambio de paradigma en el plano de la movilidad ha hecho que también cambien otros conceptos asociados a los impuestos.

Más de una vez hemos hablado aquí del 'impuesto al diésel', una tasa que, en realidad, no es más que un aumento de la carga fiscal asociada al gasóleo que, por otro lado, es uno de los que menos gravado a nivel de impuestos de toda la Unión Europea, estando más favorecido en términos impositivos que la propia gasolina, por la que millones de conductores pagan más cada día.

De ahí que el ejecutivo central haya coqueteado en numerosas ocasiones con el llamado 'impuesto al diésel', una subida de los impuestos al gasóleo que también estaba impulsada por las diferentes políticas verdes de la Unión Europea, donde se apuesta de manera decidida por la electrificación y la descarbonización del transporte por carretera.

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