Prohibir la venta de vehículos de combustión "no es compatible" con la legislación comunitaria. Con esta sencilla frase, y de manera contundente, Bruselas ha enviado un mensaje a todos aquellos países que, o han llevado a cabo esta práctica, o pretendían a hacerlo. A Francia, a Reino Unido, a Holanda, a Irlanda. Y a España. Fabricantes, concesionarios y, por supuesto, conductores, pueden respirar tranquilos; de momento, gasolina y diésel convivirán con las alternativas no contaminantes. O lo que es lo mismo, el coche eléctrico.

"Bajo la actual normativa de homologación de la Unión, una prohibición completa de la comercialización, importación y matriculación de coches nuevos de gasolina y diésel en un Estado miembro no es compatible con la ley de la Unión Europea". Eran las palabras exactas que Elzbieta Bienkowska, comisaria europea de Industria y Mercado Interior, dedicaba al pueblo danés tras una consulta del Parlamento de Dinamarca en la que solicitaban asesoramiento sobre la posibilidad de implementar esta medida en el país.

La pregunta surgía tomando el ejemplo de algunos otros países europeos; mientras que estados como Países Bajos, Suecia, Eslovenia o Irlanda pretendían imponer esta medida para el año 2030, otros, como Francia y Reino Unido (además de España) pretendían esperar hasta la década siguiente. La respuesta, aunque dirigida a Dinamarca, se ha extendido como la pólvora por todo el continente, principalmente entre los países que ya tenían en mente prescindir de las viejas tecnologías para asegurarse una mejora en la calidad del aire. De hecho, en un apartado de la misiva les emplazaba a una reunión para debatir acerca de la medida. "Les invito personalmente a una discusión en el Consejo en la cual estaré encantada de participar", aseguró Bienkowska.
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