Imagen de la contaminación en París.
El periódico de la energía

La reducción del tráfico de automóviles podría ser la mejor solución para mejorar la calidad del aire de manera sostenible, según un informe publicado por la Agencia Nacional de Salud Alimentaria, Medio Ambiente y Trabajo (Anses) francesa esta semana.
Desde la década de 1990, la calidad del aire urbano, particularmente en París, ha mejorado gradualmente, en gran parte gracias a los filtros de partículas y la evolución de los estándares europeos. Y ello, a pesar del creciente número de automóviles diésel y el tráfico cada vez más pesado.
¿Seguirá mejorando la situación y, de ser así, qué otras medidas serán más efectivas para acelerar esta tendencia? Anses intentó responder esta pregunta en su informe, en el que, tomando 2014 como año de referencia, la agencia realizó un ejercicio de pronóstico para 2025, con varios escenarios para la evolución de los autos, sin modificar otros parámetros (meteorológicos, demográficos, otras emisiones, etc.).
La primera observación es que las emisiones de todos los contaminantes estudiados, al menos las relacionadas con el tráfico rodado, han disminuido en todos los escenarios, entre un 30% y un 60%. Lo que también ocurre en el escenario menos ambicioso, que se basa en la generalización del filtro de partículas y la evolución de los estándares de la UE.
Los resultados son incluso mejores cuando se trata de automóviles con motor de gasolina (43% de los vehículos diésel ligeros en 2025, en comparación con 73% en 2014), excepto los compuestos orgánicos volátiles y el amoníaco.
Si las concentraciones de todos los contaminantes del aire estudiados disminuyeron en todos los escenarios, el ozono, cuyo contenido atmosférico aumenta en todas las situaciones, continúa resistiendo esta tendencia.
«El ozono se deriva de precursores como el NOx y los compuestos orgánicos volátiles, pero su relación con estos compuestos no es lineal», dijo Valérie Pernelet-Joly, jefa de la unidad de evaluación de riesgos del aire en Anses, al Journal de l’Environnement.
«Si los niveles de óxidos de nitrógeno (NOx) disminuyen y si los niveles de compuestos orgánicos volátiles (COV) aumentan (o viceversa), los niveles de ozono aumentarán», agregó Pernelet-Joly.
Lógicamente, las concentraciones de estos contaminantes también disminuirían, pero obviamente a una tasa menos importante que las emisiones. Esto se debe a que hay menos fuentes de contaminación y partículas secundarias formadas en la atmósfera.
Reducir el tráfico, la mejor opción posible
El informe destaca una solución más sostenible, al menos para áreas altamente urbanizadas, utilizando el área ‘Paris Intra-A86’ como modelo de estudio.
Este escenario consiste en reducir el tráfico de automóviles entre un 20% y un 25%, así como en la promoción de vehículos eléctricos, ambos restringidos a este entorno urbano denso: las emisiones de PM2.5 relacionadas con el tráfico disminuyen un 27% y los niveles de NOx caen un 38%. «Es positivo ver a los autos en una revolución tecnológica, pero para mejorar la situación a largo plazo, necesitamos reducir el tráfico», dijo Pernelet-Joly.
Con este fin, el informe se refiere a la implementación de varias medidas, como «mejorar el transporte público y promover la intermodalidad, así como los modos de transporte activos (caminar, montar en bicicleta)», agregó.
Sin embargo, el tráfico por carretera está lejos de ser la única fuente de contaminación del aire, particularmente en la región de París, donde la calefacción residencial y la agricultura son fuentes importantes de emisiones. «El sector automotriz está experimentando uno de los cambios tecnológicos y regulatorios más rápidos, pero, al mismo tiempo, será necesario actuar sobre otras fuentes», dijo Pernelet-Joly.