Cristina Hidalgo/Merca2
Las acciones de Repsol acabaron 2019 sin pena ni gloria. Frente al 12% de revalorización del Ibex 35, la petrolera se anotó un alza de apenas un 2,4%. Sin embargo, en lo que va de 2020 sube casi un 3%, aunque se mantiene en el entorno de los 14 euros desde que arrancó el año.
La décima compañía española por capitalización bursátil cuenta con el apoyo de los inversores para este ejercicio. En concreto, por la intención de convertirse en la primera compañía del sector con cero emisiones netas en el año 2050, lo que ha llevado a la gestora de fondos soberanos noruegos (Norges Bank) a entrar con el 3%.
Repsol ha vivido jornadas muy volátiles, pegada al vaivén del precio del crudo, al resurgir las tensiones en Oriente Próximo. Sobre todo, tras la fuerte subida del petróleo por la muerte del general iraní Qasem Soleimani en un ataque ejecutado por el Ejército de Estados Unidos. Sin embargo, el escenario ha dado un giro de 180 grados y los futuros de la materia prima han borrado parte de las subidas.
Y con ello, los títulos de Repsol “aunque logran defender un meritorio avance en el año” destaca el analista de IG, Aitor Méndez que comparte opinión con Natalia Aguirre, analista de Renta 4 quien señala que el impacto “es limitado por el momento”. Y aunque el riesgo geopolítico genera presión al alza (en el corto plazo) en el precio del crudo, todo lo que subió la acción desde la muerte de Soleimani lo ha vuelto a perder. Es decir, las últimas declaraciones de Trump han llamado a la calma.
SU MEJOR PUNTO DE PARTIDA
Tras dos años muy discretos en los que los precios del petróleo se han visto sometidos a mucha presión (por la sobreoferta y el temor a una desaceleración económica) las mejores perspectivas de demanda, sumadas a la nueva estrategia de Repsol y a la apuesta por otros sectores (como el de generación y distribución de energía eléctrica) sitúan a la petrolera “en un mejor punto de partida este año” explica Méndez.
Con todo, la evolución de Repsol durante 2020 estará muy condicionada por los controles de producción de barriles por parte de la OPEP. A esto hay que sumarle los acontecimientos geopolíticos y los conflictos internacionales “que ponen en vilo el sentimiento inversor y generan incertidumbres que los mercados siempre descuentan de manera negativa” añade Darío García analista de XTB.
Sin embargo, la entrada de Norges Bank en la capitalización de la petrolera “es una apuesta a largo plazo” debido al programa de emisiones netas cero para 2050 que Repsol quiere conseguir. El fondo “pretende beneficiarse del cambio de modelo energético sabiendo que los plazos a cumplir respecto a las emisiones para compañías de estas características se sitúan lejanos a día de hoy”.
Respecto a la viabilidad de este programa de emisiones, “puede resultar chocante que una petrolera puede lograr cero emisiones netas de CO2” pero la menor dependencia de los principales países industrializados de energía procedente de la combustión fósil “podría permitir alcanzar los objetivos a largo plazo” aclara el de XTB.
UNA SEÑAL POSITIVA
Aguirre, considera que la operación ha sido muy bien recibida por el mercado, sobre todo teniendo en cuenta que el fondo soberano noruego está reduciendo su exposición al sector petrolero. “Parece una señal, valora positivamente la intención de Repsol de liderar la transición energética” matiza.
El enfoque de la compañía le está permitiendo un creciente reconocimiento entre los inversores socialmente responsables (ESG), que suponen un 15% del total del capital social y un 30% del total del accionariado institucional, así como haber sido calificada por Standard & Poor’s como una de las compañías de su sector con una estrategia de sostenibilidad más avanzada.
Y además, para reforzar el compromiso de la empresa con estos objetivos, al menos el 40% de la retribución variable a largo plazo de sus directivos y líderes (incluidos Consejero Delegado y Alta Dirección) quedará vinculada al cumplimiento de los mismos.
El de IG entiende que es “realmente difícil de conseguir” pero un plazo tan largo (30 años vista) “juega en favor de la compañía”. Y más allá del evidente “green-washing” de la marca, trabajar en esta dirección también prepara a Repsol y la pone a la vanguardia de unos requisitos que el resto de compañías del sector tendrán que acabar asumiendo “no solo por imperativo social y exigencias del consumidor, sino también por imperativo legal en muchos casos”.
Méndez defiende también que la diversificación de su negocio, podrían poner a la compañía en la paradójica situación de que “cuánto más aumente la regulación y las restricciones medioambientales para el sector, más se beneficiará en comparación con sus rivales”.